Como buen ateo que soy creo firmemente que la vida es un camino de aprendizaje hacia la sabiduría del lecho de muerte, en la cual el estancamiento podría ser tenido como el mayor de los pecados. Es bien cierto que en determinados momentos un sentimiento de orgullo autocomplaciente te hace pensar que ya lo sabes casi todo, pero nunca deja de ser un mero bache, pues ser consciente de dicho parón te hace recobrar la distancia perdida. Este pequeño descanso en nuestra carrera hacia la iluminación generalmente se da durante la adolescencia y juventud, un delicioso periodo de transición causado por un estruendoso aumento de las posibilidades vitales. Puede durar mucho o poco, dependiendo de infinitos factores personales, pero lo que sí es cierto es que todo aquel que lo ha pasado experimenta una sensación con nada comparable.
La evolución personal hacia la sabiduría es única e irrepetible, pues parte nada más y nada menos del propio azar de la existencia. Hay quién aprende a base de prueba y error, quien lo hace por imitación de alguien más sabio, por una profunda reflexión personal o simplemente por el devenir de los acontecimientos.
Lo cierto es que el proceso no deja de ser algo meramente irrelevante, dado que es de las contadas excepciones donde el fin justifica los medios; sin embargo todo el conjunto de acontecimientos acaban siendo recordados con la más personal de las sonrisas, lo cual no deja de ser una divertida ironía.
Yo no he dejado de aprender y no creo que nunca lo haga; tengo defectos, lo sé, mas aquellos que no los corrija el camino de Chronos al menos servirán para que otros no los tengan. Creo sin temor a equivocarme que no hay nada más bonito que darse cuenta de ello, no hay mayor paso para un ser humano que descubrir que nunca se deja de ser estudiante. Deseo con toda mi alma seguir absorbiendo aquello que todos vosotros involuntariamente me regaláis, pero sobre todo espero que estas líneas os hagan aprender algo, pues jamás seréis conscientes de lo mucho que habéis, hacéis y haréis por mí. Gracias a todos, especialmente a ti.
La evolución personal hacia la sabiduría es única e irrepetible, pues parte nada más y nada menos del propio azar de la existencia. Hay quién aprende a base de prueba y error, quien lo hace por imitación de alguien más sabio, por una profunda reflexión personal o simplemente por el devenir de los acontecimientos.
Lo cierto es que el proceso no deja de ser algo meramente irrelevante, dado que es de las contadas excepciones donde el fin justifica los medios; sin embargo todo el conjunto de acontecimientos acaban siendo recordados con la más personal de las sonrisas, lo cual no deja de ser una divertida ironía.
Yo no he dejado de aprender y no creo que nunca lo haga; tengo defectos, lo sé, mas aquellos que no los corrija el camino de Chronos al menos servirán para que otros no los tengan. Creo sin temor a equivocarme que no hay nada más bonito que darse cuenta de ello, no hay mayor paso para un ser humano que descubrir que nunca se deja de ser estudiante. Deseo con toda mi alma seguir absorbiendo aquello que todos vosotros involuntariamente me regaláis, pero sobre todo espero que estas líneas os hagan aprender algo, pues jamás seréis conscientes de lo mucho que habéis, hacéis y haréis por mí. Gracias a todos, especialmente a ti.