Justo cuando pensaba que ya nada podría sorprenderme, el destino me torna en mensajero cual Metatrón difundiendo la palabra de Dios. ¿Pero quién es ese Dios? ¿Él te ama? Naaaaaaaaaa... Si te amase, si realmente tuviese un plan para ti, no existiría la basura en el mundo.
Hermanos, nos reunimos hoy aquí para contemplar cómo la divina providencia trajo a mis manos un noble ejemplo de lo bizarro. Sí hermanos, lo bizarro. Esa especie de nausea que rezuma de tus labios; ese olor a putrefacción pegado a tu tabique nasal; el chasquido de un látigo castigando tus entrañas. Lo bizarro nos rodea, nos atrapa, nos envuelve. Lo bizarro nos fascina...
Débiles de mente, absteneos de continuar.
No os ofrezco la gloria. No os prometo elevación. Mi mensaje no busca el cielo. ¿O sí? ¿Ya lo estáis sintiendo verdad? Es la curiosidad. Un relámpago surgiendo de tu apretado esfinter en una loca carrera a través de tu espina dorsal. Los dedos tiemblan. Morbosos... Os atrae la idea de ver algo diferente, extraño, vulgar. Cabrones...
Algunos no lo entenderéis. Es normal, demasiado dantesco; pero no me odiéis hijos de Caín, sabed que mis motivos son puros. Sólo busco vuestra liberación, vuestro salto a la dicha de quienes no tienen nada que perder. Recordad que cuanto más bajo caigáis, más alto volaréis. Disfrutadlo mis pequeños drugos, pues toda la basura de este pútrido lugar será vuestro legado.
Que aproveche.