24.4.08

La valiente aventura de Chantal

¿Se imagina despertar mañana tras mañana sabiendo que un día más será incapaz de moverse?, ¿se imagina sentir un dolor tan atroz y continuo que convierta cada segundo de su vida en un infierno?, ¿se imagina que su sufrimiento es tan grande que la única solución que se pasa por su mente es la muerte, y que sin embargo lo único que pueden hacer por usted es convertirle en un vegetal? No, no se lo imagina. Nadie es capaz de imaginárselo, excepto el que lo sufre.

Junto con el aborto, la eutanasia se ha convertido en uno de los debates más controvertidos y polémicos del presente siglo. El derecho a morir, a decidir la propia muerte, a ser matado a voluntad, por piedad. La legislación de muchos Estados encuentra en estos supuestos inmensas lagunas legales cuya resolución no siempre es del agrado de todo el mundo; la ética de la medicina sumada a un código penal basado en anacrónicos preceptos religiosos defiende que no se puede quitar una vida y que la muerte prematura no es la solución (pese a que muchos países no comparten esta opinión cuando es el propio gobierno quien lo hace, sobre todo si eres negro, subnormal y vives en Texas). El dolor no es una excusa, dicen, y ofrecen generosos estados de coma como si de caramelos se tratasen a gente de la cual ni intuyen su dolor.

Por otro lado hay quien dice que la vida es la posesión más personal del ser humano y nadie debe decidir sobre ella salvo el propio individuo, que si la causa es justificada la muerte se convierte en algo lícito. Chantal Sévire es una de estas personas. Enferma de Estesioneuroblastoma, un tumor evolutivo e incurable de los senos y del tabique nasal que se extiende a lo largo del nervio olfativo provocando un dolor inimaginable, esta francesa lleva solicitando a las autoridades judiciales, médicas y gubernamentales desde el pasado diciembre su eutanasia activa; sin embargo las autoridades le niegan su derecho una y otra vez alegando que marcaría un precedente que supondría un aumento exagerado de muertes en el país, pese a que Estados como Luxemburgo u Holanda llevan años aplicándola sin sufrir ninguna de estas consecuencias.

El debate ya está en la calle, y a pesar de que en muchos países incluso el suicidio es un delito los viejos planteamientos comienzan a ponerse en tela de juicio. El Estado no es quién para decidir sobre la vida de nadie y sin embargo muchos parecen lavarse las manos en el asunto. Ustedes deciden, recuerden que democracia significa el gobierno del pueblo, no el gobierno de unos pocos.

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